Brotes místicos.

Primer acto: el gobierno induce la contracción de la economía.

Segundo acto: en un contexto de pérdida de poder adquisitivo el gobierno postula al peor de los posibles.

Tercer aaaaaaacto: el gobierno gana las elecciones de término medio.

¿Cómo explicamos la obra? ¡Depende! Según un conjunto de analistas la gente sigue engañada y la desilusión, como el efecto inflacionario de los agregados monetarios, tarda en llegar. Para otros el crecimiento invisible llenó a los marginados y estos las urnas.

Entonces, veamos:

Un gráfico no puede dar explicaciones por el simple hecho de que no trata sobre mecanismos, su naturaleza es más bien descriptiva. Lo que sí puede hacer es inspirar preguntas e insinuar respuestas.

tcrmapprovcaidadevas

De los seis años electorales elegidos sólo uno de ellos muestra una depreciación de la moneda. Al contrario, de las cuatro devaluaciones, tres se dieron en años sin comicios. [1

Teniendo en cuenta lo anterior, ¿Podríamos concluir que los gobiernos buscan evitar los costos políticos de una devaluación y que por ese motivo optan por hacer el trabajo sucio en años no electorales?

¿Podríamos suponer que en efecto existe un costo político relacionado a las fluctuaciones del tipo de cambio teniendo que sólo la mitad de los bajones en la aprobación sucedieron en paralelo o en forma posterior a hechos de ese estilo?

Son dos cosas distintas, es claro. Que los gobiernos decidan actuar estratégicamente no implica que sus motivaciones tengan asidero en la realidad. Pero ¿Es poca evidencia de las consecuencias políticas que, de cuatro devaluaciones, tres hayan tenido en su inmediatez caídas en la aprobación presidencial?

“Pero ‘cuchame, ¡¿Cómo no va a haber costos para el oficialismo si las devaluaciones tienen efectos redistributivos?!” podría estar pensando algún lector, no sólo interrumpiendo el hilo argumentativo del post sino, también, dando cuenta más o menos implícitamente de que es la realidad material más próxima al ciudadano la que determina su postura política. Supongo que desde esa perspectiva el mecanismo por el cual el gobierno se vería afectado sería algo relacionado a la narrativa del comienzo (en síntesis: problema económico -> caída del salario real -> caída aprobación o similar).

En mi opinión, y como se intentó demostrar allí, esa idea carece de poder explicativo. Ni siquiera podría relacionarse con la simultaneidad entre las devaluaciones y los problemas de aprobación que se muestran en el gráfico por una cuestión temporal: es imposible que el impacto negativo sobre el poder adquisitivo de las fluctuaciones del tipo de cambio sea inmediato. [2

Y no es que descreo porque soy un idealista decimonónico que niega toda relación entre las condiciones materiales y el ser social (eso quizá en otra vida). Sino que los hechos citados parecen desmentir esa postura y, cosa que tampoco suma, no conozco evidencia que le de sustento. [3

Antes de continuar con la relación aprobación-economía, volvamos al principio: ¿Existe realmente un comportamiento estratégico por parte de los gobiernos? Con ¾ de los casos indicando que sí me es difícil pensar lo contrario. También hay cantidad de literatura que apoya esta hipótesis. El laburo de Carugati (2011), por ejemplo, pareciera cerrar la discusión: tras realizar un análisis empírico en el que releva elecciones en 54 países para el ciclo 1970-2011, afirma que “los datos  indican que el promedio de devaluación pre-electoral es de 0,7% mensual, mientras que la devaluación promedio se acelera a 1,2% mensual en el período post-electoral, con un pico de 2,8% en el cuarto mes después de una elección”. El fenómeno, según el autor, es propio de las economías en desarrollo, en las que “después de las elecciones, la devaluación se acelera hasta llegar a una tasa de 5,1% mensual en el cuarto mes, acumulando una variación de 11,8% en ese período de tiempo”.

Retomemos: dando por sentado que existe una relación inversa entre el tipo de cambio y la aprobación del ejecutivo, ¿Qué la explicaría?

La respuesta que en mi opinión es acertada no es excepcionalmente compleja/sorprendente y se relaciona con las investigaciones de dos politólogxs geniales como pocos: Gervasoni y Tagina (2016), quienes nos dirían algo como: “la cosa es lógica, existen dos mecanismos psicológicos distintos, uno de los cuales se encuentra relacionado a los comicios y que por lo tanto es explicativo del voto, y otro más bien relacionado a la evaluación de la situación personal de los votantes mismos, que poco tiene que ver con las urnas y el posicionamiento político de los individuos.”. Según se desprende de su trabajo, los ciudadanos tienden a juzgar su situación económica en base a variables como el esfuerzo y otras particularidades personales mientras que evalúan al gobierno por su gestión de la economía; por el estado macroeconómico del país. [4

Desde allí me atrevo a considerar que gran parte del electorado asocia el tipo de cambio con la capacidad del gobierno para manejar la economía. Es decir, una devaluación podría ser interpretada como signo de una mala administración de la cosa pública, lo que terminaría repercutiendo en la opinión que se tiene del ejecutivo.

Por más que las fluctuaciones en el valor de la moneda se deban en ocasiones a motivos de índole internacional ha habido investigaciones que encuentran que el electorado latinoamericano no diferencia entre factores “internos” y “externos”, por lo que le atribuye la responsabilidad de hechos con causa por fuera de la responsabilidad del gobierno a este. (Campello et al, 2015) [5 

Sin duda los distintos discursos pueden ejercer parte importante en el juego. Acá me permito ser más especulativo que en otros momentos, pero creo que es interesante considerar que quizá, durante el segundo mandato de Cristina Fernández de Kirchner, cuyo gran telón de fondo fue el cepo cambiario, la influencia que ejerció el tipo de cambio sobre la opinión pública fue mayor que en otros momentos históricos.

Estos últimos puntos deberían ser un llamado de atención para el gobierno de turno que, por medio de distintas políticas de desregulación financiera, ha aumentado la fragilidad del frente externo poniendo en la cuerda floja gran parte de su futuro político. Nada evitaría que la situación actual de suba de las tasas internacionales de referencia se repitiera este año o el que viene, provocando una disminución en la expectativa de vida de un proyecto político que cometió el error de ponerse demasiado cómodo en el ejecutivo nacional. Los precios de los commodities también podrían disminuir y afectar fiscalmente al oficialismo, disminuyendo su cintura política.

De continuar por la misma dirección quizá podamos arrojar luz sobre algunas cuestiones relacionadas al posible pacto entre el gobierno y el FMI.

Algunos datos: el relevamiento más serio que conozco sobre el tema fue realizado por la Universidad de San Andrés. De este se desprende que dos de cada diez argentinos aprueban, que existe igual cantidad de neutrales por un lado y de inentendidos (no saben/no contestan) por el otro y que de esos diez cuatro están en contra. Ahora bien, a priori esto dice poco o nada sobre las consecuencias que el acuerdo le traería al gobierno ya que el 60% que no está en contra puede estar conteniendo a los oficialistas duros y blandos mientras que el resto podría identificarse con los sectores cercanos a la oposición. Pero, ¿De qué dependerá en última instancia? De qué tan asociado se encuentre, pugna discursiva entre el gobierno y la oposición mediante, con el desmanejo de la economía. Si el oficialismo lograra separar el acercamiento al Fondo de las interpretaciones que lo relacionan con la necesidad y la urgencia económica no dudaría en afirmar que las consecuencias políticas serían verdaderamente bajas. Y a la inversa: el costo será mayor en tanto en cuanto la oposición logre imponer su lectura de los hechos.

Para ir cerrando: la política (no únicamente pero sí en especial)  posee una dimensión mítica y un alto contenido ideológico que ningún técnico puede ni podrá dejar de lado, por eso es que no puedo evitar pensar que quienes festejan el pragmatismo en la gestión pública cometen un error tan grave como los que intentan entenderlo todo haciendo uso de una perspectiva teórica única.

Incluso muchas veces el mencionado “pragmatismo” es aquello que aparece cuando la parte normativa del conjunto de ideas en cuestión falla o comienza a hacerlo. Lo que lo transformaría en poco más que en un eufemismo para un estado de deriva epistemológica del cual es imposible saber qué resultados esperar.

No. Los chistes de tres actos no facilitan los tratamientos psiquiátricos, pero, al igual que los vaivenes político-económicos, quizá sean un buen síntoma del brote místico que está por venir.

Gonzalo.

[1 No se contabiliza 2003, arrancamos con el año siguiente.

[2 Para los economistas: no estamos suponiendo la existencia de equilibrios intertemporales.

[3 Un caso más difícil de explicar desde ese marco teórico es 1995.

[4 Otra variable con un poder explicativo importante es la postura con respecto a la administración general (no sólo económica) del país por parte del gobierno.

Update 4/06

Nota de Ernesto Calvo en la que toca temas similares:

http://elestadista.com.ar/?p=14753

[5 Update 18/06

La consultora Observatorio Electoral nos permite corroborar lo que decíamos:

G1_478fuente: http://analyticaconsultora.com/analytico/?p=2558

2 comentarios en “Brotes místicos.”

  1. «equilibrios intertemporales.» ja ja… no paran de inventar curros los pibes para explicarnos que la realidad se equivoca….

    ‘Ta bien… convegamos que las devaluaciones se hicieron en los años pares con lo cual no es una variable medible en los aos de elecciones……. y claro que el voto no necesariamente se relaciona con la víscera más sensible

    De todas maneras creo que:
    1) los gobiernos devalúan por que no les queda otra, lo que quiero decir es que todo gobierno (aunque sea tan tilingo como éste) sabe que las consecuencias inmediatas les juega en contra debido a la perdida de ingresos por parte de «los vecinos»

    2) A mi entender, los de San Andrés subestiman el significante NO vacío que implica «FMI» en la conciencia popular

    3) En las últimas devaluaciones los traslados a precios fueron de inmediatos a anticipados (como siempre salvo el 2002 aka alto pass through) y se sintieron en forma inmediata, lo que agrava el cuadro es que encima venimos de un contexto en el cual los salarios no lograron recuperar poder de compra respecto al ’15 (a menor ingreso mayor perdida)

    Para un veterano como el que escribe (que tiene nociones del rodrigazo más no su entendimiento del fenómeno…. por eso no me cito como viejo je je…) lo de las últimas semanas previo al «Supermartes» mi hizo recordar a situaciones que no veía desde el AlfonCinismo (aclaro que no es un error la C) resumible en un «no hay precio». O sea muchos no querían vender, otros te entregaban pero con remito, no alcanza siquiera con dolarizar las listas de precios (por que ¿a cuánto tomás el dólar?) Todo esto generó un parate y zozobra micro agravado por un contexto de caída de ventas y costos en alza. Los tipos pararon al país entero por lo menos una semana, no es un exceso el pesimismo reeleccionista de os opreadores y economistas «independientes».

    Y cada mazazo de estos en este contexto se siente más rápido y más fuerte porque venís a los tumbos y entrás en el sálvese quien pueda por la incertidumbre. La diferencia entre estas últimas devaluaciones y la del ’14 es que en las primeras (a cargo de los CEOfascistas) no hubo «control de daños».

    Igual entiendo que esto no es automaticamente trasladable al resultado de los comicios del año venidero pero el gobierno no podrá evitar la evaluación del electorado sobre sus 4 años….. Y no pintan bien…
    Por último ojo con comparar ciertos indicadores númericos entre años con contextos muy diferentes (como el ’95 por ej.)
    Saludos

    Ahhhh muy bueno el enfoque de politizar la economía y llegúe vía el «cro» hernán herrera (@hernanpablo)

    Me gusta

Deja un comentario